El mantenimiento de la paz de la ONU es una herramienta que salva vidas y una inversión inteligente [1]
El mantenimiento de la paz de la ONU tiene un legado de éxito, desde Namibia hasta los focos de tensión más volátiles de hoy. Pero para seguir siendo eficaz, necesita inversión y adaptación.
Por Jean-Pierre Lacroix
Este marzo, unos 35 años después de que las Naciones Unidas cerraran un capítulo histórico en el mantenimiento de la paz, Namibia inauguró a la presidenta Netumbo Nandi-Ndaitwah, la primera mujer elegida democráticamente como jefa de Estado del país.
En 1989, a pesar del aumento de la inestabilidad global y de una crisis de liquidez en la ONU, los Estados miembros se unieron para lanzar el Grupo de Asistencia para la Transición de las Naciones Unidas, o UNTAG —una misión multidimensional de mantenimiento de la paz que ayudó a impulsar la independencia de Namibia.
UNTAG no solo supervisó un alto el fuego en Namibia. También ayudó a organizar y garantizar las primeras elecciones libres y justas del país, protegió a civiles, verificó el retiro de tropas y apoyó la transición democrática en un territorio vasto y remoto. Pionera en enfoques que hoy son pilares del mantenimiento de la paz moderno, como la labor policial de la ONU, la supervisión de derechos humanos, el apoyo electoral y una sólida campaña de información pública.
Hoy en día, el mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas se encuentra en una encrucijada crítica. El panorama global es peligroso y complejo. Las crisis surgen rápidamente y se propagan aún más rápido, amplificadas por la polarización política internacional, el crimen transnacional, el terrorismo, un creciente sentido de impunidad y el debilitamiento del derecho internacional.
Los cascos azules del mantenimiento de la paz de la ONU gozan de amplio respaldo internacional. Hoy más que nunca, siguen estando en la primera línea: manteniendo posiciones, protegiendo a los civiles y creando el espacio necesario para que la diplomacia funcione. Pero, frente a una inestabilidad creciente y una presión financiera cada vez mayor, la eficacia del mantenimiento de la paz depende de la inversión en su futuro.
Cascos azules en la primera línea
La labor de nuestros cascos azules —hombres y mujeres que sirven lejos de sus hogares para ayudar a otros a vivir en paz— es exigente y compleja, pero también peligrosa. Desde enero de 2024, hemos sufrido 78 muertes. Muchos más han resultado heridos. Su sacrificio, y el servicio de más de 68.000 efectivos militares, policiales y civiles desplegados bajo la bandera de la ONU —incluidos efectivos uniformados de 119 países— representan un compromiso tangible con la paz y la seguridad.
A lo largo de 11 misiones, grandes y pequeñas, los cascos azules operan en algunos de los contextos más volátiles del mundo. En la República Democrática del Congo, nuestra misión MONUSCO [2] ayuda a proteger a los civiles de la violencia mientras apoya el diálogo y el desarme.
En el Líbano, la FINUL [3] sigue siendo una presencia estabilizadora a lo largo de la Línea Azul en medio de continuos intercambios de fuego. En Sudán del Sur, la UNMISS [4] trabaja para evitar una recaída en la guerra civil mediante el fortalecimiento de la seguridad y la promoción del diálogo y la negociación a nivel local y nacional. En la República Centroafricana, la MINUSCA [5] sigue protegiendo a los más vulnerables en todo el país y apoya los preparativos para las primeras elecciones locales en décadas. Y en Chipre, los cascos azules de la UNFICYP [6] siguen reduciendo tensiones y mantienen una franja de amortiguamiento para fomentar la seguridad y generar confianza entre las comunidades.
Muchas de estas misiones enfrentan desafíos que reflejan complejidades más profundas, con mandatos confusos o poco prácticos, apoyo político ambiguo a nivel local e internacional, falta de un objetivo final claramente definido y una brecha cada vez mayor entre expectativas y recursos.
Invertir en el mantenimiento de la paz
El año 2025 es clave. Mientras celebramos el 80.º aniversario de las Naciones Unidas, Alemania —un socio constante y comprometido del mantenimiento de la paz— organizó una reunión ministerial [7] sobre mantenimiento de la paz de la ONU en Berlín a principios de este mes. Ministros de defensa y relaciones exteriores de todo el mundo se unieron para manifestar su apoyo inequívoco y tangible a nuestros cascos azules. Más de la mitad de las 130 delegaciones de Estados miembros presentes realizaron compromisos concretos para hacer que las misiones sean más sólidas, seguras y eficaces.
Se debatió el futuro de las misiones de paz y formas de reformar esta herramienta para garantizar que nuestras operaciones sigan siendo adaptables, innovadoras, rentables y resilientes. Como lo hizo en Namibia a principios de los 90, el mantenimiento de la paz de la ONU siempre se ha adaptado y ha logrado resultados en contextos cambiantes. De cara al futuro, necesitaremos aprovechar este impulso para garantizar que el mantenimiento de la paz sea ágil, económico y adecuado a su propósito.
Y sobre este punto, es importante subrayar que el mantenimiento de la paz no solo es una herramienta que salva vidas: es una inversión inteligente. Ofrece rentabilidad, reduce la violencia y ayuda a forjar una paz duradera. Desde Camboya hasta Timor Oriental, y desde El Salvador hasta Liberia, el mantenimiento de la paz de la ONU ha respaldado transiciones de la guerra a la paz a una fracción minúscula de lo que han costado las actividades militares en el mundo. Estos logros no son notas al pie de la historia: son los cimientos de la estabilidad regional.
Y el mantenimiento de la paz de la ONU debe y seguirá evolucionando. Las misiones pueden desplegarse conjuntamente con socios regionales, como la Unión Africana, o en apoyo de ellos. Pueden ser más pequeñas, apoyadas tecnológicamente y más especializadas. Pero su propósito central seguirá siendo apoyar soluciones políticas, proteger a los vulnerables y allanar el camino hacia una paz sostenible.
Si algo nos enseña el pasado, es que el mantenimiento de la paz puede dar resultados cuando se invierte en él y se mantiene el rumbo. El historial del mantenimiento de la paz se mide no solo por lo que sucede, sino por lo que no sucede: violencia que se evitó, escaladas que se previnieron, espacio que se creó para que funcionara la política.
Publicado originalmente en Devex [8] en inglés