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  • Rachel Adau Gieu
    Rachel Adau Gieu (foto de las Naciones Unidas/ UNMISS)

Personal de Paz: Rachel Adau Gieu, sobre los derechos de las mujeres en Sudán del Sur

Más de un millón de personas han trabajado por la paz bajo la bandera de las Naciones Unidas, pero no están solos en la búsqueda de la paz. El mantenimiento de la paz está impulsado por asociaciones diversas y sólidas. En esta nueva entrega, con motivo de la celebración del Día Internacional del Personal de la Paz el 29 de mayo, le acercamos las voces de los trabajadores por la paz y sus socios en todo el mundo.

Informe original: Gideon Sackitey / Priyanka Chowdhury / Edición: Maya Kelly

Rachel Adau Gieu es una férrea defensora de los derechos de las mujeres en Jonglei, Sudán del Sur. Es directora ejecutiva del Centro de Empoderamiento de Mujeres y presidenta del Grupo de Trabajo de Defensoras de Género de Jonglei. La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS) colabora con miembros de la sociedad civil y líderes de la comunidad en diversos proyectos para generar cohesión social, promover los derechos de las mujeres y crear las condiciones para una paz y un desarrollo duraderos. Este relato se basa en una entrevista realizada en marzo de 2022 (disponible en inglés).

«Cuando era joven, siempre me sentí constreñida por unas normas sociales restrictivas. Quizás la peor experiencia fue ver a mi madre esforzándose por llegar a fin de mes en una época en la que no teníamos apoyo ni dinero para pagar la matrícula de la escuela.

Las niñas y mujeres de Sudán del Sur están básicamente marginadas. La educación de las niñas no es una prioridad y las familias las ven como un medio para obtener riqueza (por medio de la dote).

Nos obligan a casarnos antes de estar preparadas y, por tanto, nos relegan a un segundo plano en lo que respecta a la toma de decisiones. Suelo emplear un símil futbolístico para describir la vida de las mujeres en nuestro país: es como ser eternas porteras. Igual que el portero es responsable de parar los tiros a gol del equipo rival, pero en un espacio reducido, aquí las mujeres deben operar en una esfera muy limitada. Pero la tarea no remunerada que desempeñamos —criar a los hijos, llevar la casa, realizar la mayoría de las labores domésticas— es gigantesca.

Por tanto, debemos exigir nuestro espacio bajo el sol. Necesitamos estar a salvo de la violencia sexual, tener el mismo acceso a los marcos económicos y jurídicos y, lo más importante, participar totalmente en la vida pública.

Las guerras civiles de 2013 y 2016 también tuvieron un impacto negativo en (los avances de) la igualdad de género... el sufrimiento de las mujeres posiblemente llegó a su pico. Fuimos violadas, asesinaron a nuestros hijos, toda una generación de niñas abandonó la escuela y nuestros medios de subsistencia quedaron destruidos.

El Acuerdo de Paz Revitalizado permitió obtener una cuota del 35 % para las mujeres de Sudán del Sur. Este es el logro más significativo de nuestra lucha compartida por el derecho a la igualdad. Pero queda mucho por hacer.

La lucha por el derecho a la igualdad para las niñas y mujeres es un esfuerzo compartido en todo el mundo. La educación, el empoderamiento económico y la defensa consistente son necesarios para que las mujeres puedan alcanzar su legítima posición junto a los hombres a la hora de decidir sobre la vida de una nación.

Hago un llamamiento a las niñas y mujeres de Sudán del Sur para que hablen alto y claro. La voz colectiva tiene poder».